"Quien se enfada por las críticas, reconoce que las tenía merecidas"

1 de agosto de 2011

Todo cambia

De entre todas las personas que encuentras a lo largo de tu vida, resulta que siempre hay algunas que te sorprenden desde el primer momento.
A veces nace en tu interior una obsesión demasiado enfermiza que te lleva a forzar situaciones para encontrarte con ese tipo de personas, para decirles, gritarles sutilmente: Estoy aquí.
Cuando por fin vas conociéndoles mejor, te inunda una gran alegría. Hay gente que tiene cosas en común contigo, gente que siente algo que tú también sentiste alguna vez. Gente que te comprende.
Llega un momento en el que acabas dependiendo de ellos.
Y eso de depender de las personas, realmente, no está bien. No sé, dicen que es bonito el amor y todo ese rollo, que hay sentimientos que te esclavizan y te llevan hacia malos caminos. Pues he de decir que hay personas a las que agradezco que me hayan obligado a depender de ellas.
Son bastante pocas, eso sí es cierto, pero he de decir que valen más que todo un ejército de... no sé, un ejército de pingüinos con dinamita.
Lo malo llega cuando esas personas se marchan de tu vida, cuando te las arrebatan, sea como sea, o cuando ellas mismas se quieren alejar de ti. Las personas cambian. Lamentablemente, me di cuenta de ello hace muchísimo tiempo. Nadie es estable, nadie es constante. Como diría Heráclito de Éfeso, nadie se baña en el río dos veces porque todo cambia en el río y en el que se baña. . Cada día, cada situación nos cambia. Y peor es cuando el cambio es brusco y repentino. Quizás nosotros mismos no nos damos cuenta de ello, pero jodemos a los demás al cambiar.
Hay dos cosas que nos cambian demasiado. La primera de ellas es la Universidad. Lo digo avisando de que no generalizo, que cada persona es un mundo, pero da la casualidad de que muchos de esos mundos cambian su órbita en cuanto llegan a la universidad. Lejos de sus padres, lejos de su pareja, sin obligaciones... Así luego, pasa lo que pasa. Cambiamos porque vemos que somos libres, y queremos aprovechar al máximo esa libertad. Dejamos de preocuparnos por el resto, nos centramos en nosotros mismos. Me temo que esto me ha pasado a mí. Así que ahí tenéis la escusa por la que llevo tantísimo tiempo sin escribir nada aquí. A parte de porque no se me ocurría nada.
El segundo criterio que te hace cambiar es tu pareja. Por tu pareja puedes dejarlo todo, cambiar de parecer o, simplemente, fingir que hay algo que te gusta aunque lo detestes. ¿Qué tendrán los novios y las novias? Mi madre dijo una vez, refiriéndose a mi hermano: "Te llevas dieciocho años de tu vida convirtiéndolo en un hombre. Después, llega una tía y en cinco minutos lo convierte en un gilipollas". La frase la sacó de alguna parte, claro.
Y es que, prácticamente, es así. ¿Acaso ninguno de vosotros tiene un amigo que ha cambiado repentinamente, desde que tiene novia? Porque yo, por suerte o por desgracia, tenía una de esas personas que merecen la pena, que te hacen depender de ella, y una tía vino y se lo llevó consigo.

Cambiar está bien, debemos actualizarnos, como si fuéramos un ordenador. Pero no es bueno cambiar para ser peor, para dejar de ser uno mismo. La esencia siempre debe perdurar. Sin ella no somos nada, como no lo seríamos sin nuestra memoria y sin las personas de nuestro alrededor.

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