"Quien se enfada por las críticas, reconoce que las tenía merecidas"

9 de noviembre de 2010

Me estoy volviendo asquerosamente sensible

Cuando hace frío, mueren las flores. Mi jardín se queda solo, gris, cubierto por la sempiterna pena que las viudas lloran. Yo me vestí de negro por un amor que muere continuamente, que se hiela a cada instante si el viento la roza.
Yo no tengo el abrazo cálido del cariño que se palpa con los dedos. Me negué al abrigo de tus noches, a la ternura de tus días. Desmentí aquellas palabras que hablaban de necesitarte. Yo misma me arranqué los pétalos, me bañé en espinas y me volví la traición a la caricia.
Pero si hace frío, muero. Muero por desear ser de otra forma, por no coger tu mano, por alejarte de mí. Muero por tu calor.
Y si lo das, resucito, y vuelvo a morir de amor.

*Y es que si hace frío, mueren las flores. Si sale el sol, creen que con su brillo tienen suficiente*

8 de noviembre de 2010

Tonterías nuevamente

Hace mucho tiempo que soy un ser humano. No hace tanto desde que soy persona. A veces me pregunto qué hice mal para no conseguir llegar a ser algo más que eso. Nunca maduré, o al menos es lo que pienso.
Creo que me quedé atascada en la edad que siempre pedí tener antes de llegar, y que fue tan poderoso el deseo de tenerla que cuando pasó decidí quedarme en ella.
Hablo de los quince años. Desde que tengo memoria y cuadernos llenos de cuentos que nunca verán la luz, mis personajes siempre tenían quince años. Yo deseaba aquella edad como se desea que nunca termine la vida, con la desesperación del que se aferra a una tabla para no hundirse y quedar olvidado.
Supongo que no he dejado de agarrarme a la aguja del reloj de mi vida. Al menos físicamente no he variado mucho desde entonces. Si acaso, mi nariz ha seguido creciendo. Creo que es lo único que ha crecido, pero quizás sea mejor no hablar de mi trauma con respecto al tamaño de ciertas cosas.
El problema para mí no es físico después de todo. Soy feliz con el cuerpo que me ha tocado, y eso que tengo quejas como para rellenar páginas. Es que si no nos quejamos, no somos nosotros mismos.
Lo complicado es cuando tu mente se queda en esa edad que buscabas. Yo sigo leyendo los cuentos de hadas que comencé a descubrir cuando aprendí a leer. Quizás ahora los libros sean algo más gruesos, pero también tienen la atmósfera mágica de los que sólo tenían tres páginas. Sigo creyendo en la magia, en el amor eterno, en la paz mundial… Ese tipo de tonterías que sólo la ingenuidad permite.
Por eso resulta tan jodido escribir en este maldito blog. Cuando uno se queda estancado, perdido y desorientado en una edad mental que no le pertenece, no puede hacer nada.
Yo he intentado madurar de todas las maneras posibles y no he conseguido nada.
Sigo gritando por en medio de la calle, sigo riendo ante lo más absurdo, sigo jugando a pokémon, leyendo mangas y teniéndole miedo a la oscuridad.
Sigo encerrada en mi mundo y no creo que el de fuera sea mejor. Por eso cuesta tanto ser capaz de ver más allá de mi nariz (que posiblemente siga creciendo mientras mi cuerpo siga quedándose pequeñito, y al final realmente seré una chica a una nariz pegada), ponerme en el lugar de los demás y darme cuenta de que posiblemente lo que diga va a molestarle a alguien, que a uno le joda una broma, que a otro no le haga gracia mi humor negro, que algunos no me soporten.
Ofusca demasiado intentar cambiar, creer haber mejorado, y que te sigan diciendo que no vales nada. Quizás sea bueno quedarse en los quince años un poco más… Y seguir escribiendo aquí cosas sin sentido, ignorando lo que los demás puedan decir.

Todo lo que ella amaba, estaba allí

He vuelto.

O eso espero.

Ya tendréis noticias de mí.