"Quien se enfada por las críticas, reconoce que las tenía merecidas"

15 de febrero de 2013

Wild World


La conocí en un bar, hace ya muchos años. Entre el barullo de conversaciones y risas, se colaba la letra de una canción.  You know I've seen a lot of what the world can do. Cat Stevens entremezclaba su voz con las de los allí presentes, como uno más, dentro del bar. En cuanto a mí, había quedado con unos amigos en una noche como otra cualquiera. Ella, por su parte, tarareaba el estribillo de la canción con una sonrisa en los labios y parecía totalmente ajena al corazón roto del protagonista.

Una amiga de un amigo, al principio no fue más que eso. Una cortés presentación, una conversación irrelevante y la promesa de volver a quedar en una nueva noche como otra cualquiera. I hope you make a lot of nice friends out therePalabras, sólo palabras que no llevaban a ninguna parte. A qué te dedicas, a dónde te gustaría viajar, familia en la península…  La noche terminó como pensé que terminaría mi conversación con aquella chica: irremediablemente.

Pero pasados unos meses volví a verla. Charlar con ella se convertía en mi nicotina. Era divertido volver a quedar en el mismo bar de siempre y que, de vez en cuando, Cat Stevens volviera a cantar para nosotros desde la lejanía de los altavoces. It's hard to get by just upon a smile. Finalmente, toda barrera se desmoronaba y confesábamos un amor lleno de sueños e ilusiones.

La vida dio muchos regalos y, de vez en cuando, también los quitaba. Formar una familia siempre ha sido duro, trabajoso y difícil, pero cuando la ves formada sabes que no hay mayor recompensa. La historia también te sorprende. Hemos pasado un poco de todo. Hemos vivido el inicio de la Democracia, esa que ahora tantos, entre los cuales me encuentro, consideran una gran mentira, la idea deteriorada de algo que antes fue muy grande. Hemos vivido este bipartidismo que no parece acabarse nunca, hemos visto cada día cómo hemos pasado de las manos de uno a las manos de otro. Dos que fingen ser muy distintos y en realidad están en el mismo equipo de juego.

Cuando decides mirar atrás para repasarlo todo, te das cuenta de que ya no eres quien fuiste y que, a pesar de que la esencia perdure, no volverás a ser quien eres hoy. ¿Deberíamos obviar el aspecto físico a la hora de hablar de cambios? I'll always remember you like a child, girl. Sí, las arrugas nos marcan ya y el pelo blanco no tiene por qué ser un signo de sabiduría. Pero si algo sé de la vida es que está muy jodido lo de sobrevivir a ella. Después de todo, en ello consiste. Nacemos, crecemos, una noche como otra cualquiera nos enamoramos, decidimos formar una familia y, finalmente, pasamos la antorcha a la siguiente generación.

Hoy me pregunto, ¿se ha apagado la llama? Pues, ¿qué futuro les espera a los míos, a aquellos que hoy dejo aquí? Mis hijos, su trabajo, sus propios hijos. Mis nietos, ¿qué vida tendrán? ¿Serán felices? En un mundo así ahora me parece demasiado complicado. Despidos, paro, deudas, banco… Ah, el banco. Ese demonio rapiñador que nos convence de que nuestra vida estará mucho mejor en sus manos. Y así es como hoy se encuentra la mía. Esta vida que tantos años me ha llevado construir se desmorona, se me escapa entre los dedos como si fuera agua que no puedo retener.

Una vida de noches como otras cualesquiera, una vida dedicada al trabajo, a los míos, a buscar la felicidad donde quiera que se encuentre. Una vida que hoy entrego en forma de protesta. La entrego para que esta situación termine de una vez por todas, para que aquellos que están arriba del todo se den cuenta de que no somos esa estadística que ellos piensan. No somos un número de votos, no somos un tanto por ciento. Somos personas, hombres y mujeres que viven, que sueñan, que forman familias y que contemplan, con impotencia, cómo esas familias son destruidas por un ente que está por encima de todo: El dinero.

Y es que vivimos en un mundo imposible, donde no hay cabida para los sueños, para el amor para el futuro, para los niños, para la salud, para la verdad. Un mundo que hoy abandono junto a ella porque alguien nos ha negado tener un lugar donde amarnos. Un mundo en el que los que tienen más han decidido negarnos la vida.

Oh, baby, baby, it's a wild world.

 

                                      

 

Pareja española se suicida por orden de desahucio

Matrimonio explica que optó por matarse debido a la pérdida de su casa

El Parlamento abre un debate para modificar legislación sobre los desalojos

Madrid. AP y AFP. Una pareja de españoles jubilados tomó ayer la decisión de suicidarse tras recibir una orden de desahucio de su domicilio por impago bancario, justo el mismo día en que el Parlamento debate una iniciativa popular para modificar la ley hipotecaria, según informó la Guardia Civil.
El matrimonio fallecido era un hombre y una mujer de 68 y 67 años de edad, respectivamente. Un hijo de la pareja encontró los cuerpos en su apartamento de Calviá, en las islas Baleares.

14 de febrero de 2013

Lázaro +

Una vez más, re-aparezco por aquí. 
Han pasado muchos meses desde la última entrada. Y años desde la primera. La vida da muchas vueltas y demás, pero siempre perdura la esencia. Además, parece que en mi esencia está lo de volver, volver y prometer siempre que no me iré. Promesas que se lleva el viento, pero lo importante es que siempre vuelvo.
No sólo eso, tengo un objetivo. Todo gracias a una asignatura que tengo este año, Empresa Informativa. ¿El objetivo? Escribir un mínimo de seis entradas en el blog sobre ciertos temas que daremos en la asignatura. Así que, nada, haré lo que pueda para estar a la altura y espero que no os asustéis por el cambio de temática.
Pero, ¿qué temática? Es más, ¿a quién le hablo? 

3 de junio de 2012

Sevilla se pone pañales

Andaba yo pensando en volver a escribir en mi blog. Ignoro exactamente el por qué de tal pensamiento, después de todo esto está más hundido que España, pero ya que estamos en ello, acabemos lo que hemos empezado.
Hoy os voy a hablar de un hecho curioso que se ha dado en Sevilla, la ciudad en la que estudio y de cuya universidad ya os he hablado anteriormente.

Cuando llegué a Sevilla, me vi maravillada por su belleza, su color, su alegría y su gente, su comida, su calor...  Sin embargo, hubo algo que no me maravilló demasiado (más bien todo lo contrario): Su olor.
Y es que Sevilla huele a mierda de caballo. No importa por donde vaya, no importa si estoy paseando por la Avenida del Cid o yendo a ver la Catedral, Sevilla tiene un olor especial, cambiando un poco la  letra de la canción.
Por suerte, después de tanto tiempo, el Ayuntamiento ha decidido financiar unos “pañales” para los animales que llevan de paseo a los turistas. (Pequeño paréntesis: Me pregunto si esto tendrá algo que ver con aquel día que llegaron a mi facultad con una pancarta en blanco por motivos de campaña electoral. Nos pidieron a los estudiantes que escribiéramos en la pancarta medidas que deberían llevarse a cabo para mejorar la ciudad. Yo escribí "Que Sevilla deje de oler a mierda de caballo". Lo mismo he provocado una auténtica revolución caballuna o le he salvado la vida a los alérgicos a excremento de caballo y ni me he enterado)
La medida se ha hecho obligatoria desde el día 1 de junio. Los caballos llevarán una "bolsa de excrementos”, un dispositivo colocado entre sus cuartos traseros y la parte delantera del vehículo.
Este dispositivo tiene forma cuadrangular  y apenas se ve. Además, es fácilmente manipulable por los cocheros, que podrán vaciarlo y limpiarlo después de cada uso.
Con una preocupación menos, podemos respirar tranquilos, sin tener que ir por la calle sorteando excrementos...
... Bueno... Lo cierto es que nos queda algo pendiente. Después de todo, hay algunos que, con perdón, se nos mean encima sin ni siquiera decirnos que va a llover. Claro que ponerle pañales a nuestros políticos quizás no quede tan elegante.

24 de octubre de 2011

Bienvenidos a la Universidad de Sevilla

Quizás se deba a que acabo de quedarme sin Internet, a que aún me queden tres horas más en esta asquerosa facultad, o a que, simplemente, mi existencia no tiene sentido si no soy un auténtico incordio.
Pensaba realizar una entrada-denuncia por la escasez de justicia en nuestro país. Sin embargo, recuerdo que hace tiempo ya llevé a cabo algo de eso. Es una lástima que desde entonces no hayamos avanzado nada. Pero, no, no voy a hablar de eso. Después de todo, no soy una persona seria, no me podéis pedir entradas serias. Sí es cierto que se me da bien quejarme, así que uniendo ambas cosas voy a hacer una queja no seria, pero una queja necesaria.
Me toca hablar de nuevo de la universidad, pero de otra forma mucho más seria, pero sin ser seria. Voy a hablar de la incompetencia de la Universidad Pública.


Primero quiero que tengáis en cuenta que formo parte de la respetada institución que supone la Universidad de Sevilla, pero como soy estudiante me voy a pasar el respeto por el mismo. Y es que esta universidad no merece más que un escupitajo en un ojo, o así sería si en lugar de una universidad fuera una persona.

Fotografía de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla

Empezaremos por la economía, que es lo que más nos importa ahora, en estos momentos de crisis. La mayoría de nosotros elegimos la universidad pública porque no podemos pagarnos (más bien nuestros padres no pueden permitírselo) una universidad privada. Pensamos que al ser pública nos encontraremos con precios accesibles para cada uno de nosotros, permitiéndole a cualquier joven e inexperto el acceso a una educación en condiciones.
Grave error, señores. Cada año, la matrícula nos sale aún más cara que el anterior (por mucho que hayamos pasado limpios al siguiente curso y creamos que tendremos pocos créditos que pagar), todos rezan por obtener la beca del ministerio, la gente intenta no matricularse de alguna asignatura para poder seguir pagando… ¿Qué ocurre si no te dan beca? ¿Qué pasa si el dinero no te llega para una educación que debería estar al alcance de todos? No tenemos dónde trabajar, pero tampoco nos dejan estudiar.
“Al menos,” piensan algunos inocentes “todo el dinero que me quitan lo emplearán adecuadamente”. Sí, seguramente te encuentres con profesores muy cualificados, con materiales didácticos en buenas condiciones y un aula limpia y ordenada. No debería hablar demasiado de los profesores, por si acaso alguno leyera todo esto (¿a quién pretendo engañar? Si nadie me lee, ¿por qué iba a hacerlo un profesor?), pero me gusta el riesgo:
En la Universidad de Sevilla encontramos un elenco de profesores de lo más curioso: Desde un convicto a un profesor que habla solo y le pone sonidos extraños a las diapositivas de clase. En esta universidad a veces parece que no hay profesionalidad ninguna: profesores que van a las clases cuando les plazca, otros que no se aclaran con el programa de su asignatura (que pueden llevar años impartiéndola), y unos pocos que, simplemente, no existen o no tienen ganas de venir a trabajar. ¿Y qué me decís de esos profesores que ignoran el temario o no han querido preparárselo? Una hora y media (como mínimo) escuchando chorradas sobre su vida, su experiencia laboral, el éxito que ha tenido en su trabajo y lo poco a lo que podemos aspirar nosotros. Así nos motivan muchísimo.
A veces pienso que la única que cobra un sueldo en condiciones tiene que ser la limpiadora, porque es la única que se toma su trabajo totalmente en serio. SIEMPRE, repito, SIEMPRE está limpiando el cuarto de baño que tengo más cerca. Casualidad, destino o ganas de joderme la vida, la señora de la limpieza  todo lo limpia. Todo lo limpia, menos mi aula. Hay una cúmulo de pelusas en una esquina que lleva ahí un mes (porque es el tiempo que llevo viniendo a clase, esperemos a ver hasta cuándo se queda ahí… o desde cuándo está).
Pero no pasa nada, eso no tiene la más mínima importancia en comparación con otros problemas que podemos ver en la universidad: los horarios. Grupos de distintas asignaturas que se pisan entre sí, optativas sin plazas suficientes, un solo turno de mañana, profesores que tienen que aprender a hacer la técnica de multiplicación para poder asistir a todos los grupos en los que imparten clase (por no hablar de los alumnos, que se tienen que quebrar la cabeza a la hora de organizarse con el horario).
Y, ¿qué decir de la realización de la matrícula? Automatrícula, más bien. Porque a nosotros nos toca hacer la matrícula por internet, porque todo el mundo tiene ordenador e Internet hoy en día en su casa. ¿El sistema de acceso a la Automatrícula? Va cambiado según les va apeteciendo a los cabecillas de  esta respetada institución. Cada año toca un sistema distinto. En mi primer año, fue por libre albedrío, “maricón el último” como dicen algunos; en segundo fue por la letra de DNI. Hicieron un mágico sorteo en el que salió la letra ‘A’ como la primera en acceder a dicha Automatrícula; en tercero decidieron ponerlo por nota. Y así consiguen que todos intentemos matar para tener clase por la mañana. ¿Y consiguen que saquemos mejor nota para que el año que viene seamos los primeros? Pues no sé, porque seguro que para el año que viene se les ocurre un método distinto.
En definitiva, mejor trabajar en las fresas.
Y me voy por ahí, en busca de una entrada mejor.

25 de septiembre de 2011

Estoy intentando volver a escribir como antaño, cuando odiaba al mundo y destrozaba cosas. Pero, no sé por qué, este planeta ya no me parece tan horrible.
Ya tendréis noticias de mí, y mientras yo iré incubando una entrada como las de antes.

7 de septiembre de 2011

Mentiras

Hay distintos tipos de mentiras. Algunas las realizamos para intentar no hacer daño, otras son crueles y venenosas. Las demás, para variar, las usamos para nuestro propio beneficio.
El problema es que todas, absolutamente todas, hacen daño.
Y prefiero mil veces que me intenten dañar con la verdad.