"Quien se enfada por las críticas, reconoce que las tenía merecidas"

25 de marzo de 2010

Reflexiones en la hora muerta


Siete y cuarto de la mañana. El móvil decide hacer sonar mi despertador, que viene a ser una canción de la banda sonora de un videojuego, demostrando así lo Friki que puedo llegar a ser. Me doy una ducha, de esas con el agua congelada para despejar la mente y joderme el cuerpo, por mucho que digan que es buena para la piel. A las siete y media (sí, soy rápida duchándome y vistiéndome, lo cual demuestra que no soy mujer) ya estoy en el comedor.
El sabor a ceniza del café me sigue recordando que es una bebida que detesto, pero soy de las ilusas que creen en el mito de que quita el sueño. Pero no es así, y cuando vengo a darme cuenta, ya me he quedado dormida en medio de una clase de Teoría de la Comunicación, donde de lo que menos se habla es de la comunicación.
Pero, si hay algo que odie más que una clase a las ocho y media de la mañana después de haber dormido una mierda, es una hora muerta. Y los martes y jueves siempre tengo una hora muerta. Odio las horas muertas tanto como odio a… no sé, a los humanos. Malditos humanos y malditas horas muertas. Ojala los humanos también fueran muertos.
Y aquí estoy, en una hora muerta. Supongo que algunos agradecerán que las tenga, porque si no, este blog habría muerto para siempre, como una hora muerta.
Realmente, no sé qué pasó. He de decir que mi forma de ser ha cambiado, quizás, que ya no sé escribir (antes lo intentaba al menos, aunque tampoco sabía) ni tengo temas de los que hablar. De vez en cuando me viene uno a la cabeza, pero el ruido de los aviones pasando por encima de la facultad hacen que me olvide de ello, como en la película de Memento.
Hay ocasiones en las que estaría bien ser como ese tipo, no poder crear nuevos recuerdos. Lo jodido sería a la hora de los exámenes, pero bueno, nada es perfecto. Excepto Mónica Bellucci. Me ha quedado demasiado lésbico eso último. Me la sopla.
Dios, es la primera vez que me quedo mirando la pantalla tan largo rato. Normalmente no me suele pasar, mis dedos se mueven y escriben las gilipolleces por mí. Pero hoy no, hoy no salen. He perdido eso a lo que la gente llama ingenio. Y creo saber a qué se debe: al alcohol y las drogas. Mira que mi madre me lo dijo, no aceptes caramelos de desconocidos… Pero, claro, una se busca amigos pijos que le llevan de discoteca y pasa lo que pasa. Lo malo es que también se busca amigos heavys que se la llevan a beber como cosacos y también pasa lo que pasa. Sí, Melkor, va por ti.
Pero, bueno, realmente, no me importa. Mi cerebro ya era un caso perdido antes de todo esto, sólo que antes decía cosas chachis y ahora no digo nada. ¿A quién se le ocurre hacerse un blog si luego no sabe escribir? Al menos podría hacer como la mayoría de la gente y hacer un blog sobre una temática en especial. O hacer del blog un fotolog. Escribir algo bonito, poner una foto, y quedarme tan pancha. Ésa es, posiblemente, la mejor opción. Pero es demasiado fácil y a mí me gusta fastidiar.
Por eso estoy aquí sin saber qué hacer, rellenando esto de la única manera que sé: aporreando las teclas y que salga lo que Till quiera.
Necesito ideas desesperadamente. Las necesito, sí. Sin ellas, no soy nada. NECESITO UNA PUTA IDEA PARA ESCRIBIR EN ESTA MIERDA DE BLOG.
Lo mío es odiar a la gente, insultarlas, meterme con ellas… ¿Qué leches hago intentando escribir algo inteligente? Debería dedicarme a criticar, que es lo que mejor se les da a la mayoría de los que aseguran ser periodistas. Debería ir ensayando, por si fracaso en el periodismo serio, dedicarme a temas del corazón y ese tipo de cosas.
No alucinemos, ¿eh? He de decir que llega un momento en la vida de todo periodista en el que se replantea muchas cosas. Digamos que eres un reportero de poca monta, que no tienes más talento que tu aspecto físico, y que estás en una cadena que nadie ve. Vamos, digamos que eres Pilar Rubio, que estás en la Sexta, y que tienes poca personalidad. Bueno, todo hay que decirlo, el carisma de la chica ha ido creciendo conforme han ido pasando los años, pero aún así es algo sosa. Aunque, ¿qué más da? Cuando ella aparece, no es ella, sino su pechonalidad. Aunque las tías nos demos cuenta de la poca chicha que tiene la nena, los hombres siempre dirán que lo que tenemos es envidia. Bueno, yo de sus tetas no, pero sí me gustaría tener los ojos que tiene ella, para qué mentir.
A lo que iba, la chica trabajaba para Sé lo que hicisteis. A mí me alegraba saber que chicas tan guapas como Patricia Conde o como Pilar estuvieran en un programa con poca audiencia y fueran felices así, haciendo lo que les gusta. Pero entonces llegó el rumor: “Pilar Rubio se marcha a Telecinco”
Y así fue, se marchó, y a su barco lo llamó Libertad, y en el cielo descubrió… Dejadme tranquila.
Pues eso, que se largó lejos de la Sexta, y todo por dinero, porque bien había criticado a la otra cadena.
Casos como el de esta damisela fue el de mi querida Tania Llasera, que ya no me es tan querida porque también se ha pirado a Telecinco.
Cuando empiezas la carrera, tu cuerpo va a desbordarse de todos los sueños e ilusiones con los que cuentas. Que si periodismo deportivo, que si la radio, que si el periódico… No nos engañemos, aquí lo que cuenta es el dinero. Todo el mundo tiene un precio.
Yo he pensado muchas veces en mi futuro, después de la carrera. Y mirad que aún no sé si ni siquiera voy a terminarla. Me paro a pensar si realmente voy a dedicarme a lo que me gusta.
Con ese rollo de la crisis, es normal que miremos por nuestro dinero, por nuestra economía. Todo el mundo quiere ganar dinero, porque si no, no buscaríamos trabajo. Si nos ofrecieran un trabajo donde no nos gustaría trabajar, o en un sitio que siempre hemos criticado, prometiéndonos una gran suma de dinero, ¿no nos venderíamos como muchos personajes que hemos visto? Hay muchos famosos que prometieron no aparecer nunca en las portadas de las revistas, y ahora se tienen que tragar sus palabras con patatas fritas o asadas, a gusto de cada uno.
Yo, sinceramente, no sé qué es más importante, si el dinero o mis “valores”. Tampoco tiene que ser tan malo trabajar para el mundo del corazón, aunque yo misma no lo considero periodismo. Sin embargo, si a la gente le gusta, ¿por qué no darle a la gente lo que le gusta? Dadle al César lo que es del César. Después de todo, nuestro trabajo es manipular la información, para bien o para mal, y la vida de los famosos es información. Además, muy demandada.
La pregunta es, ¿cómo he acabado hablando de estas cosas? A veces me da por la marcha atrás (sin erótico resultado) y reflexionar sobre cómo he acabado hablando de lo que estoy hablando, o cómo he terminado pensando en una idea totalmente diferente a la idea principal que tenía en mi cabeza.
En el mundo del corazón o no, ¿cuál es el sentido de la vida? ¿En serio debemos movernos siempre por dinero? Si no fuera así, no habría tanta mierda en la televisión (y en lo que no es la tele) y todos los periodistas hablarían de cosas serias, dentro de lo que cabe, pues sin el humor no somos nada.
Y aquí se acaban mis cavilaciones, que no han llevado a ninguna parte y que no era mi intención que lo hicieran.
Prometo que mi próxima entrada merecerá la pena. Eso sí, no sé en qué año será.