"Quien se enfada por las críticas, reconoce que las tenía merecidas"

17 de diciembre de 2009

I'm ready to die for rock'n roll

Siete y veintitres, lo pongo en letras para que sea más glamouroso.
No recuerdo a la hora que me levanté... Creo que fue a la una de la tarde. Y aún estoy viva, sin dormir.
Hoy me he sentido tirando a la basura mis principios, mi lealtad a lo sano, a lo fuera de lo común. Hoy me he sentido como si mi personalidad me abandonara y me convirtiera en otro de esos robots. Autómatas, sin alma, sin pensamiento, cuyo único objetivo es pasarlo bien de extrañas maneras.
Hoy ha sido la fiesta de Navidad en mi residencia. Ir a la cena con un vestido, peinada y maquillada ya era algo fuera de lo normal. Pero aún fui más allá. He convivido con ellos.
¿Cuántos grados haría? Juraría que llegaban a ser negativos. Frío, neblina y una bolsa con cubitos de hielo en la mano.
Botellón. No sé ni siquiera cómo llegué hasta allí. Y me había jurado a mí misma beber solamente coca cola. Al parecer, era la noche de las traiciones a mí misma.
Personas vacías, que beben para divertirse, olvidar o no sé qué pollada de esas. Y a mí, de mientras, se me suben a la cabeza cuatro copas que no sé cómo tomé. Me inundaba la tristeza, estaba sola, en un mundo que no era el mío. Triste y tristemente vacía.
¿Sentirán ellos todo esto? Cada persona es compleja a su manera, pero cuando los ves a todos, fumando, bebiendo y meando en la rueda de un coche te preguntas demasiadas cosas. La más importante: ¿Yo qué hago aquí?
Lo siento, pero no quiero volver. Sonreír cuando no quieres hacerlo es difícil y a mí no me gusta esforzarme. No me divierte tambalearme, medio caerme al suelo, reír por tonterías y, lo peor, enrollarme con el primero que pasa.
No hay nada en vuestro interior. Sólo buscais la diversión y el placer. ¿Es que no hay nada más? Hay muchos sentimientos que pareceis olvidar.
Discoteca. Horrible experiencia, peor aún que todo esto. Los zapatos ya me estaban mordiendo los pies, pero yo tenía que bailar sin parar, al son de una música que era siempre la misma, golpes sin compasión a los oídos, que bien me agradecerían una música más adecuada para mí.
Y luego... estaban ellas. Con ellos. Creo que no podía dar un paso sin tropezar con un infiel. Por todas partes, el paisaje era el mismo. Las parejas se rompen sin darse cuenta, se crean manchas negras en su historial supuestamente perfecto.
Ahora, cuando lo he vivido, comprendo la razón que tenías tú al molestarte porque fuera. Todos están podridos por dentro.
Lo siento mucho, pero no voy a volver a traicionarme. Me gusta sonreír cuando realmente quiero hacerlo, no para no ser una sosa y aburrida chica que se divierte mucho más sentándose en un sofá y manteniendo una charla con quien sea, sobre lo que sea. ¿Por qué hacía falta todo esto? ¿Es que hemos perdido los valores? ¿La inteligencia?
Que alguien me lleve lejos de aquí, al mundo que podríamos crear.
El vuestro me decepciona.





















16 de diciembre de 2009

¿A dónde van?

Abrí los ojos un día y contemplé el cielo azul, alto y distante.
Al Dios que siempre rezaba, quise preguntarle muchas cosas, pero por temor a la herejía, me callaba y las guardaba para mí.
¿Dónde están las noches sin dormir?
¿Se esconden en algún lugar los amores que dejaron de existir?
¿A dónde van los hijos que nunca nacen?
¿Se irán los míos también si no lo hacen?
¿Qué ha sido de los sueños sin cumplir?
¿De los gritos que callamos, de la furia que dormí?
Dime, Dios, bondadoso y bueno, ¿qué ocurre con el sufrimiento? ¿Debemos aceptarlo porque es ley de vida? ¿porque la muerte es sólo una elección que tomaste? ¿porque tomamos la fruta equivocada?
¿Dónde están los recuerdos que nadie quiso recordar?
¿Se tatúa en nuestra piel el alma de una mujer?
¿Qué ocurrió con los príncipes que no fueron reyes?
¿Alguien no olvidó a los que lucharon por ganar?
Dime, Dios, ¿por qué la guerra? ¿por qué la paz? ¿por qué gritar? ¿por qué callar? ¿por qué no justicia? ¿qué ha sido de la honestidad? ¿A dónde van las cosas buenas, a dónde las malas irán? Si todos sufrimos lo mismo, si todos no vivimos igual.
¿A dónde van los que merecen la vida, los que merecen la muerte?
¿A dónde van los hombres que olvidamos reclutar en nuestro ejército de entes imposibles de pensar?






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2 de diciembre de 2009

Es la primera vez que conduzco con un mono con una ballesta

Dejando a un lado los anuncios de nuestra "infancia", he de decir que no es la primera vez que escribo bajo amenaza. Parece mentira que para los cuatro gatos que me siguen, alguien haga que mi vida corra peligro y todo. Cosas que pasan.
Como no tengo, para variar, un tema del que hablar, he decidido basarme en una noticia que acabo de leer. ¿Voy a hablar de lo triste que me resulta que, no un solo loco enfermo, sino muchos locos enfermos busquen información en google sobre los ministros Salgado, Blanco y la otra? ¿lo que me sorprende que Kiko, un "hombre" cuyo único logro ha sido follar delante de una cámara pero debajo de una sábana, tenga un blog y participe en Tele5? ¿Que a Michael Jackson le pase como a cualquier persona, y movilice a más gente estando muerto? NO.
Yo, como voy a lo que menos interesa, hablaré de Tuenti.
Me siento un poco estúpida al tener que criticar esto, ya que yo misma cuento con mi propio tuenti, pero me encanta automutilarme, soy como el malo-marioneta de Hellboy.
Bien, mi primer contacto con Tuenti se llevó a cabo cuando empecé con mi novio (al que le debo un post cuyo título será "Por qué creo que mi novio es homosexual"), pues cada dos por tres me decía que haber si me hacía un tuenti, que contactas con mucha gente, blablabla.
Luego llegaron las compañeras de clase. "¿Habeis visto la foto que ha colgado en el tuenti fulanita? Yo me he desetiquetado, salgo horrible". Eres horrible, querida, pero eso no importa. "¡Me encanta la foto que subiste ayer!" "¿sí? uy, pues voy a etiquetarte"
Etiqueta por aquí, desetiqueta por allá, sentía que tuenti era algo así como una vendedora y su maquinita de poner etiquetas a los artículos. Qué gran léxico tengo, hoygan.
Al final, me decidí por hacerme un tuenti. Venga, vale, no puede ser para tanto.
Tuenti es, a grandes rasgos, la misma galería de fotos que tienes en tu carpeta "Fotos", pero con el extra de que así la gente puede verla, decirte lo guapo que sales o mirar tu tuenti cuando está con los amigos y reírse de tu jeta. Yo odio las fotos, principalmente porque me muestran como soy, y para eso ya tengo los espejos rotos, pero aún así, allí estaba yo, subiendo fotos. Lo gracioso es que subía fotos con gente de clase a la que ni siquiera les dirigía la palabra o que, en mi fuero interno, como dice la de Crepúsculo (lamentablemente también he mandado a la mierda mis valores morales que rechazaban leer ese libro), odiaba a muerte.
A veces llegaba a subir 30 fotos en las que yo ni siquiera salía. Cosas de ser la única que se llevaba a clase la cámara de fotos. Todas putas.
Iba pasando el tiempo, y entonces me di cuenta de que sí que te reencontrabas con la gente. Mis enemigos de la infancia (tengo enemigos en todas las etapas de mi vida, y es posible que cada día meto a uno más en la lista) contaban cada uno de ellos con un tuenti y, lo más gracioso, después de haberse llevado desde los cinco hasta los once años jodiéndome, me mandaban una petición de amistad con una única palabra: olaa!!
Al cabo de pocos días, descubrí que es la palabra clave para agregar a la gente.
Pero, tuenti no es más que eso, compartir fotos con todo el mundo y reencontrarte con la gente. Pero, ¿qué tiene Tuenti que no tenga Fotolog? Supongo que el número ilimitado de fotos al día. Por lo demás, no tiene nada que sea tan especial.
Sin embargo, ahí tenemos a la juventud de hoy en día (y no tan juventud). En cuanto tienen la oportunidad de conectarse a internet, tuenti. Es increíble pasar por la biblioteca de la Facultad y descubrir que TODO EL MUNDO está mirando su tuenti. Por no hablar de las cuatro salas de informática. TODO es TUENTI.
Menuda obsesión por una red social. Ni siquiera Facebook, que anda más o menos igual, llega a tanto.
No me extraña que ya se hayan eliminado las frases para ligar ("¿Estudias o trabajas?" "¿tienes fuego?" "Perdona, ¿tienes hora?" "¿tienes novio? no importa, no soy celoso", "¿pato o pingüino?" etc.) y todas hayan sido sustituidas por: ¿Tienes tuenti?
¿A dónde nos lleva todo esto? No quisiera ponerme catastrófica, pero no nos estamos dando cuenta de que esta obsesión por las redes sociales tampoco es tan buena. Sí, puedes que tengas mucha vida social en la red, que hayas tenido 100000000 visitas a tu perfil, pero... ¿no hay vida más allá de la pantalla? Hombre, vale, tienes que salir a la calle para seguir haciéndote fotos y poder subirlas a tuenti. Ahí me han pillado, la verdad. Pero, realmente hay personas que se hacen fotos en su casa (no olvidemos las típicas fotos-wc, en las que siempre sale el báter por detrás o, en su defecto, un rollo de papel higiénico) y con eso les basta para seguir viciando a tuenti.
Señoras y señores, salgan a la calle, aunque haga frío. Pero, sobre todo, no se olviden de estudiar, trabajar, o lo que sea que hagan. A veces hablar con alguien, es más bonito que escribir.

Ahora, después de no haber llegado a ninguna parte, os dejo con un vídeo la mar de mono.

Me doy por blogueada hasta dentro de... a saber cuánto.






Atte:




El Milagro se ha sucedido, tengo firma.






PD: La próxima, será más interesante, lo prometo. ¡No me abandoneis!

5 de noviembre de 2009

A mi mujer le gusta el fútbol

En momentos como éste, no puedo evitar recordar ese dichoso anuncio en el que un hombre gritaba y saltaba, comunicándole a todo el mundo que a su mujer le gustaba el fútbol.
¿Por qué tanta importancia al hecho de que a una mujer le guste el fútbol? Y, lo que es más importante, ¿por qué nos miente ese hombre, fingiendo que se alegra de tal noticia?
Cuando una mujer es seguidora de este deporte, no parece ser bienvenida. Desde lo más profundo del machismo, a una gran cantidad de hombres les surge una idea en la cabeza que no pueden evitar materializar en una frase: ¿Que a ti te gusta el fútbol? ¡Si las mujeres no tienen ni idea!
Aplaudo a todo aquel que esté de acuerdo con esa máxima y le digo: ¿es que tu condición de hombre te obliga a no saber planchar?
Pero, hay otra postura dentro de los que aceptan que a una mujer sea fan del fútbol: ésa es machorra, lesbiana como muy poco. Y ya no hablemos de las que practican el deporte de darle a la pelota con el pie.
Realmente, no voy a escribir una larga parrafada sobre el machismo, el feminismo, y demás sandeces. Sólo quería dejar claro que el otro día un tío me vio animando a mi equipo (que no diré cuál es, pero es el Sevilla) y se puso a decirme que yo no tenía ni idea de fútbol por ser mujer. Debo deciros que soy mujer, no soy lesbiana, y me gusta el fútbol. Más que eso, sufro cuando juega mi equipo (como ayer, que Navas ya podría haber marcado más de un gol, que está amuermado), que celebro los goles, y que al día siguiente mi estado anímico va en función del resultado del partido.
Ayer volví a ver un partido, como ya he dicido en un paréntesis, rodeada de tíos en la sala del televisor (hablamos de mi residencia, y sala del televisor queda guay, como choza del coche, o sitio del dni), y muchos me preguntaban que qué hacía allí, que si realmente me gustaba el fútbol, o que no tenía ni idea de nada.
Señoras y señores, ¿qué puede haber más adecuado para mujeres que ver a una veintena de tíos buenos sudorosos corriendo de un lado a otro? a las mujeres también les gusta el fútbol.

He dicho.












Niña Miedo.


































PD: Os juro que tengo una firma preparada, pero está en Huelva, en mi pesé, no aquí, en Sevilla, en mi... portátil (O chisme que echa humo)

22 de octubre de 2009

La vida del Universitario

Sonó el despertador a las siete menos cuarto de la mañana.
Abrí el móvil y detuve aquella estúpida canción de La Oreja de Van Gogh (yo y mis maneras de despertarme) y miré el reloj del teléfono. Mientras leía 6:45, una punzada en mi ceja derecha me advertía de que hoy no debía salir de casa. Sé que farfullé algo para mí, para que mi compañera no me escuchara maldiciendo a nada ni nadie, que no se enterera de que, mientras ella habla sola mientras está dormida, yo lo hago cuando estoy despierta. Supongo que lo suyo cuenta como excusa al estar dormida y a mí me toca ser la loca.
Volviendo al tema principal, el taladro que alguien me estaba clavando en la ceja. He oído que es aconsejable dormir ocho horas para el buen funcionamiento del cerebro y para no quedarte dormido en un examen o cogiendo apuntes. Empiezo a creer que va a tener razón el consejo.
Pues bien, yo tenía clase a las ocho y media, y hasta las once y media, pero mi autobús salía de la residencia a las siete y cuarto (y aún así, mientras una persona normal en su coche y un conductor autobusero normal y corriente tardan media hora en llegar desde el Campo del betis a la Cartuja (el primero, situación de mi residencia, el segundo localización de la facultad) con el super conductor que tenemos nosotros, llegamos tarde y llegamos, a veces a las nueve), por eso debo ducharme, vestirme y desayunar antes de esa hora tan mona en la que aún es de noche, no cantan los pájaros, no existen las personas, pero sí los atascos.
Dejándonos de datos científicos, lo que realmente quiero confesar es que no he ido a clase. Porque mi ceja no me lo habría permitido, porque intenté levantarme pero un dolor de cabeza y un increíble mareo se pusieron de acuerdo para que casi me comiera el suelo, y porque no, punto.
Así que volví a cerrar los ojos y a olvidarme del mundo. Al despertarme, lo primero que hice fue mirar el reloj. Las ocho y media. Ya no hay vuelta atrás. Me encogí de hombros y me levanté, comprobando que mi compañera ya se había largado y que, posiblemente, mientras yo dormía, había encendido la luz del cuarto 20 veces como muy poco. Pero el tema de hoy no es mi compañera, de la que ya hablaremos más adelante. Bueno, si no quereis no. Total, sólo me lee uno, y única y exclusivamente si yo le comento primero en plan "Uy, qué interesante lo que has dicho... ¿sabes que acabo de actualizar mi blog?"
Como iba diciendo, me levanté, fui a desayunar y me puse a pasar apuntes. Al terminar, tuenteé, como haría un adolescente normal, miré mi fotolog, como haría un emo normal, y me metí en el blog para escribir, como haría un... no sé... ¿alguien que no sea Melkor?
La idea sobre la que iba a escribir la tenía bien clara desde el momento en que me levanté, pues se resume en una única frase que resuena en mi cabeza cada vez que recibo una buena noticia: "¡Ah, la vida del universitario!"
Llevo ya casi un mes yendo a la Facultad, y aún no sé si realmente soy universitaria. Claro que hay dos tipos de universitario, el de verdad y el de mentira, el teórico y el práctico, como para el carné de conducir.
Pues bien, hablaré primero del teórico (que, por si lo dudais, es el de mentira). El universitario teórico es el que todos los padres sueñan. Un chaval joven, apuesto (en verdad no tiene por qué, de hecho, normalmente es todo lo contrario, pero, ¿quién soy yo para juzgar el físico de una persona?), estudioso, con gafas, con sus libros, su carpetita, sus apuntes... Un muchacho que está siempre el primero en la clase, primera fila, asintiendo a todo lo que diga el profesor. Es el primero en ir a copistería a coger los apuntes, que se conecta todos los días a la plataforma virtual para ver si los profesores han colgado algo nuevo que él deba estudiar, imprimir o leerse veinte veces. El que un día será alguien.
Luego está, como es lógico, el universitario práctico, el de verdad de la buena. El que todos los padres creen que es uno de los teóricos y que ya se entererarán de que no cuando su hijo se marche misteriosamente a la biblioteca en septiembre. Es el típico que llega el primer día y todo le parece interesante, que el segundo día llega cinco minutos antes a la clase y coge sitio, que al tercer día toma apuntes, que al cuarto pasa los apuntes, que al quinto bosteza en clase, que al sexto está en la cafetería.
Esta especie de universitario es la más común de todas. Su léxico es rico en tecnicismos festivos, como botellón, barrilada o cogorza. Tiene una habilidad lingüística increíble, por no hablar de la capacidad para aguantar toda una noche, prometer empalmar con la clase, acostarse a las siete o las ocho de la mañana y no levantarse hasta que toque la siguiente fiesta.
Sorprendentemente, éste es el tipo de universitario que un día será alguien inexplicablemente mejor situado que un universitario teórico.
Señores, llevo un mes en la facultad y todo lo que observo es: la cafetería a rebosar, carteles de celebraciones de asambleas, quejas contra el artículo 27, y las clases vacías.
Eso sí, y con esto concluyo el post tan soso de hoy, con profesores como éste, ¿quién va a ir a clase?

Hasta aquí pescao vendío.

La próxima vez más, pero no mejor, porque es imposible.








Atte:

Niña Miedo.





PD: Sí, ése es mi profesor de Sociología.

1 de octubre de 2009

Resucitando

Costándome mucho el principio, y sin saber exactamente hacia dónde se van a dirigir mis dedos a la hora de teclear, vuelvo una vez más de entre los muertos, sintiéndome ya un poco como Cásper, y eso que él está muerto de verdad y a mí no hay quién me mate. El motivo de mi vuelta no es, ni más ni menos, recordaros a todos los mortales que me leeis (es decir, nadie, o, si acaso, los políticos y su espionaje)de que sigo aquí, en algún lugar del mundo.
Concretamente, he cambiado de domicilio, temporalmente, pues ha llegado esa hermosa etapa de la vida que comienza con cumplir los dieciocho años.
Debo decir a todas esas chicas soñadoras que creen que al cumplir la mayoría de edad, desde el mismo día, van a ser maduras y libres, que están cayendo en un fallo muy gordo. Queridas hamijas, cumplir los dieciocho no es para nada distinto de cumplir los diecisiete. Es más, yo sigo sintiéndome igual desde que cumplí los cuatro.
Como decía, mi cambio de domicilio no ha supuesto una diferencia grande ni una considerable distancia de la dictadura de mi padre, pues me he trasladado a Sevilla, cuando mi casa está en Huelva. Para el que no sepa de geografía (estos políticos espías de hoy...), os diré que están la una de la otra a, más o menos, una hora. A veces incluso menos.
A parte de este pequeño cambio, ha comenzado mi vida universitaria. De momento, sólo conozco la parte de las novatadas y de las clases, lo que suponen, para la mayoría, un único 20% de este tipo de vida. Lo cierto es que no tengo la menor intención de experimentar las cogorzas correspondientes al otro tanto por ciento.
Para los que estén un poco perdidos, os aclaro que la carrera elegida es Periodismo. Si durante un año oigo decir que me quedaré en el paro y cuando llego se escucha gritar a un chico de cuarto "No os metais en Periodismo", creo que dejo bien claro cómo se presenta mi futuro.
Ya bueno, puede que no sea del todo así, cada uno de nosotros cuenta con una parte romántica y soñadora en su interior, esa parte del cerebro que no escucha a la otra que le dice "joder, estudia algo con futuro, estudia para narcotraficante". Un crudo ejemplo, ciertamente, pero he de decir que ese oficio está bien pagado y, aunque cuenta con grandes riesgos, éstos sólo se dan cuando la justicia decide funcionar. Como todos sabemos, es sólo un cuarto de las veces.

Bueno... a partir de ahora escribiré más a menudo (creo).

¿Veis? Ya he llegado al punto en el que no sé qué decir, así que me voy a limitar a escribir lo que mi novio me ha aconsejado:

Me va bien, que os den


He dicho.

12 de abril de 2009

Que se quiten el fútbol... y los toros

Señoras y señores (o nadie) hoy es el último día de la Semana Santa, el martes tengo un examen de Historia y, sin embargo, me siento con ganas para cargarme a alguien o quejarme de alguna injusticia.
Agarraos a la silla, pues vengo con las pilas (y la mala leche) cargadas.
Hoy voy a hablar de...

Las Fiestas Taurinas
Si bien es un tema que conlleva muchísima polémica, Kysu sin enemigos de por medio no es nadie.
Pues bien, comencemos.

¿Por qué no me gustan las corridas de toros?

Dejando a un lado el chiste que podría hacer sobre corridas (pongámonos serios), voy a dar mis razones por las cuales no aguanto que algo como esto se haya convertido en una forma de representar a España.
¿Qué sentido tiene todo lo que una corrida de toros representa? ¿Por qué lo llaman "Arte"? Esto es algo que no entiendo. Cuando contemplo La Primavera (mi cuadro favorito, una siempre tirando hacia casa) aprecio las formas, los colores, el brillo, la luz, los significados de cada elemento, la caracterización de cada personaje... Es, para mi gusto, Arte.
Cuando escucho una bonita melodía, siendo por ejemplo Para Elisa si hay que ponerse clásicos, lo considero Arte.
Cuando veo alguna escultura (depende de cuál, y lo mismo pasa con los cuadros, porque a mí el surrealismo más profundo a veces me mata) lo considero Arte, porque el "artista" (Redundante, ¿verdad?) se lo ha trabajado, se ha esforzado para conseguir algo bonito.
Cuando estuve en La Alhambra me quedé anonadada, porque también me parece una obra de Arte.
Cuando una persona es graciosa y es capaz de hacerte reír en cualquier momento, o simplemente se desenvuelve bien, al menos aquí en Andalucía, se dice que tiene "mucho Arte".
Sin embargo... ¿Qué Arte tiene el torero? No intento menospreciarlo, pero... ¿Qué tiene de Arte el hecho de matar a un animal? Sé que matamos a muchos animales porque nos sirven de comida, y a otros (cosa con la que no estoy de acuerdo) para hacer bonitos abrigos. Pero esto no lo consideramos arte (¿El Arte de la caza? Mmm... bueno, supongo que algunos sí... Malditos humanos, dejad de llevarme la contraria). Matar a un toro, ¿para qué? ¿para pasearnos con sus orejas en la mano mientras la gente nos aplaude y nos considera héroes?
Es realmente lamentable, para mi gusto, que consideremos algo semejante como una de nuestras más bonitas costumbres y que a los que somos antitaurinos nos traten de raros. Pero, no quiero que nadie se sienta insultado, por lo que no diré lo que pienso yo de los que consideran la tauromaquia un Arte sublime.
Que sí, admito que hay que tener dos pares de cojones para ponerse delante de un toro que te puede dar una buena cornada y mandarte al otro barrio.
Yo lo único que digo, que eso no es Arte.
Ahora os dejo dos regalitos:

Primero, un escrito de Joaquín Sabina que hizo que me preguntara si realmente me cae bien este hombre:




"A Francisco de Goya le gustaban los toros,

a Rafael Alberti le gustaban los toros,
a Pablo Picasso le gustaban los toros,
a Agustín Lara le gustaban los toros,
a Ernest Hemingway le gustaban los toros,
a la bella Ava Gardner le gustaban los toros,
al orondo Orson Welles le gustaban los toros,
a José Bergamín le gustaban los toros,
a Gerardo Diego le gustaban los toros,
a María Félix le gustaban los toros,
a Ignacio Zuloaga le gustaban los toros,
a García Lorca le gustaban los toros,
al Miguel Hernández le gustaban los toros,
a Ortega y Gasset le gustaban los toros,
a Indalecio Prieto le gustaban los toros
y a mi abuelo también.

A Bryce Echenique le gustan los toros,
a Miquel Barceló le gustan los toros,
a Joan Manuel Serrat le gustan los toros,
a Mario Vargas Llosa le gustan los toros,
a Caballero Bonald le gustan los toros,
a Enrique Morente le gustan los toros,
a Albert Boadella le gustan los toros,
a Almudena Grandes le gustan los toros,
a Felipe Benítez le gustan los toros,
a Francisco Brines le gustan los toros,
a Carlos Marzal le gustan los toros,
a Sánchez Dragó le gustan los toros,
a Luis Eduardo Aute le gustan los toros,
al Gabo García Márquez le gustan los toros,
a Caco Senante le gustan los toros,
a Raúl González le gustan los toros,
a Rosa Aguilar le gustan los toros,
al japonés del siete le gustan los toros,
al defensor del pueblo le gustan los toros
y a mí también."


Descubrí este escrito "gracias" a mi padre, fan total de que maten a los toros. Me entregó la Interviú en la que aparecía este ¿artículo? y me dijo: Toma, para que aprendas un poco sobre cultura.
Terminé de leer y dije: ¿Y qué?
Bien por el que le gusten los toros, pero mi pensamiento no lo cambia nadie.

Ahora, algo más alegre:

http://www.youtube.com/watch?v=0L7FuA8Rry8


Espero que lo difrutéis.





Un saludo:


Niña Miedo, que se quedará sin firma por toda la eternidad.



PD: No me digáis que no mola la carita que le pone el toro, ¿eh?